Sigamos a Dina. El médico le detecta un principio de enfermedad más seria
que la anterior. Esto la lleva a tomar y a interrumpir varias veces la
enseñanza. Dina hace el sacrificio de tener que dejar a las alumnas que ha
conocido, querido y con las que ha sido siempre una excelente educadora. A veces, cuando las cosas no son como las
hemos previsto se necesita una gran indiferencia para aceptarlas y asumirlas.
Dina experimenta sus límites y con ello el sentido de criatura frente a Dios y
tiene que renunciar a muchas cosas, para
seguir poniendo a Jesús como su único Principio y Fundamento.
Varias veces, Dina se da con pasión
a la enseñanza de la música entre Saint-Michel y Sillery. Su frecuente
permanencia en la enfermería la aleja a menudo de la enseñanza pero no logra apagar
su ardor apostólico. Dina sabe que ante muchas posibilidades atractivas hay que
escoger algunas y renunciar a otras; lo ha hecho ya antes de entrar en la vida
religiosa y ahora está convencida de que esto es “amar y dejar hacer a Jesús y
a María.”
Por otra parte, Dina no olvida nunca que la vida religiosa es una
consagración para la misión y que ella forma parte de una Congregación esencialmente
apostólica. La misión es una pasión por Jesús y al mismo tiempo es pasión por
la humanidad. Ahora tiene que dejar la enseñanza pero no el apostolado. Cuando
no puede estar con las alumnas, se multiplica ayudando a sus hermanas a través
de composiciones musicales, trabajos literarios, traducciones en inglés,
correcciones de ejercicios, copia de registros, poesías, sainetes para fiestas,
escribiendo cartas a exalumnas, amigas y familiares que solicitan su ayuda o a
alguna religiosa, profesora de piano, convirtiendo esta correspondencia en unas
auténticas lecciones de música. La inactividad
impuesta por la enfermedad fue totalmente apostólica y así fue plenamente
contemplativa en la acción.
En una de sus estadías en Saint-Michel, empieza a escribir en marzo 1924 su
Autobiografía de la que ya te he hablado. En ella nos descubre las etapas de su
andadura mística. Es un texto fascinante, un diálogo con Jesús que la va
llevando, en medio de noches oscuras y de grandes consolaciones, a unas cumbres
insospechadas de la grandeza de Dios. No te lo sé traducir; hay que leerla
directamente porque en muchos momentos es un abismo que da vértigo. Si un día
la lees, no olvides que está escrita por una persona de marcada sensibilidad
artística y, como te dije, con un lenguaje espiritual de principios del siglo
XX, muy distinto al que nosotros usamos hoy. Además tiene que plasmar las
etapas más profundas de su contemplación de la Trinidad, con un diálogo que va
más allá de lo humano, una sinfonía entre Dios y Dina que a menudo sólo el
silencio puede transcribir o hay que utilizar términos absurdos al lenguaje
humano para poder expresar realidades tan profundas que a nosotros se nos
escapan.
Gracias por este nuevo capítulo sobre la vida de Dina. Me ayuda comprobar su apertura al plan de Dios y su disponibilidad para seguirlo.
ResponderEliminarMe nace dar gracias al Dios, por manifestarse en detalles tan particulares.
ResponderEliminar"Deja la enseñanza pero no el apostolado" Dios mismo se encarga de darnos la creatividad para seguirle sirviendo desde nuestras posibilidades.