De nuevo con Dina. Te dije que te iba a contar el
motivo de la pataleta. ¡Ahí va!
Su madre le había mandado algo y la pequeña Dina,
que aún no tenía cuatro años, no quiso obedecer. La mamá repitió el mandato y
¡no! ¡no! ¡no!... y esta vez la negativa iba acompañada de llanto y pataleo. Su
padre, que presenciaba la escena de lejos, se levanta, la coge por la mano y le
dice que quiere ayudarla en el lloro y en el baile para poder terminar antes y
¡vaya si lo logra!. Los dos se ponen a bailar juntos. A Dina se le cortan en
seco las lágrimas y se le paralizan los pies, pero su padre no cede y continua
saltando con ella… Más tarde, Dina escribirá: “No me he olvidado nunca de esta
lección…, me curó para siempre las ganas de patalear por mis disgustos”.
Te he dicho que Dina escribió esto, pero ¿dónde? ¿Cuándo? Claro, no te dije
antes que Dina a los veinticuatro años quiso ser religiosa y lo fue en Jesús-María.
Lo de ser religiosa te lo contaré en otro momento porque hay mucho que decir…
Mientras era religiosa, su superiora, viendo la
hondura de la vida espiritual de Dina a través de las conversaciones que tenía
con ella, le pidió que escribiera su vida. Gracias a eso hoy tenemos su
Autobiografía, en la que relata todo lo que ha vivido y lo que el Señor le iba
comunicando, permitiéndonos así penetrar en el misterio de Dina. Según ella, el
tener que escribirlo es lo que más le costó en toda su vida. Tenía que revelar
lo que pasaba en su interior y sobre todo lo que escuchaba de Jesús, porque
desde pequeña su voz se había manifestado claramente en su interior. Si a todos
nos cuesta desvelar lo más íntimo de nuestro ser; podemos imaginarnos lo que
fue para ella tener que abrir a los demás los secretos de su corazón. Y sabes, esto tan difícil, lo hizo con la
mayor sencillez, como todo lo que hacía. Cuando la superiora le dijo: “Hermana,
va a escribir su vida”, ella contestó: “¿lo quiere usted, Madre?”.” Sí, lo
deseo”. “Bien, haré lo que me pide”. Empezó a escribir e hizo de este relato un
“Canto de acción de gracias” para revelar la bondad de Dios en alguien tan
pequeño como ella.
Bien, ahora no voy a adelantar acontecimientos; sólo te lo he dicho, para
que supieras dónde escribió lo que te conté antes. Sigamos a Dina porque de la
“pataleta” a esto hay un largo camino que iremos recorriendo y descubriendo.
Gracias por este segundo capítulo en el que nos vas contando la vida de Dina. Con ganas de que llegue el lunes para poder leer el tercero.
ResponderEliminarMe encanta lo sigas desde España. Antes de regresar a Roma, te llegará el tercero.
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