En este Blog queremos compartir contigo la vida de la bienventurada Dina Bélanger RJM. Publicaremos periódicamente breves capítulos que nos ayudarán a conocerla más.
Te invitamos a leerlos y a que dejes tus comentarios.


LA FAMA DE SANTIDAD de Dina Bélanger se ha hecho universal después de su beatificación.

miércoles, 25 de mayo de 2016

En el colegio

Seguimos con Dina…
Dina tiene una gran aptitud  para la música y a los ocho años empieza el estudio del piano. Hace grandes progresos y a los once obtiene el primer diploma. No tardará en llegar a ser concertista…
En aquel tiempo, la edad para la Primera Comunión era a los diez años. Dina la deseaba tanto que a los nueve, a pesar de su timidez,  acompañada por su madre, pide al párroco el permiso de hacerla  a los nueve. No se ve apropiado. ¡Qué desilusión! Ella lo aprovecha para desearla más y prepararse mejor.
 Y  como en este mundo todo pasa, llega por fin, el 2 de mayo de 1907, el encuentro tan deseado. Si alguna vez , tú has deseado algo con mucha fuerza ¿qué ocurre cuando llega?... ¿Te imaginas lo que fue para ella?. Dice que las cosas exteriores no la distraen, lo único que cuenta es Jesús, y empieza a dejarse poseer totalmente por Él. Este día marca un jalón fuerte en su vida; cada día está más enamorada de Jesús. Tal vez, tú sabes o te imaginas lo que supone estar enamorado/a; ya todo se ve con un solo color, el de la persona que se ama; se piensa, se sueña, se quiere agradar, se busca una mayor intimidad… A Dina le pasa lo mismo con Jesús y fíjate, es precisamente el 25 de marzo que sigue a su Primera Comunión cuando el Señor se le comunica directamente después de la comunión. Ella escribe: “Era la primera vez que yo oía con claridad su voz, -interiormente, ya se comprende-, una voz dulce y melodiosa que me inundó de felicidad”
El enamoramiento crece y en Dina empieza con más intensidad el deseo de amar, amar…, de estar atenta a lo que el Señor le va a ir diciendo. Exteriormente lleva una vida ordinaria, nadie sabe lo que pasa en su interior, es el “secreto del Rey”. Sin embargo, su comportamiento ejemplar despierta la atención de sus compañeras que le toman el pelo llamándola “santa Dina”… ¡vaya sufrimiento! ella no se siente así.
A los doce años cambia de colegio a otro, más cerca de su casa, que han abierto las mismas religiosas donde ha estudiado hasta ahora. Tampoco allí nadie puede sospechar el trabajo que la gracia desarrolla en su interior. Los resultados académicos siguen siendo excelentes y ante ella se abre un porvenir brillante.

A los catorce años, Dina, a pesar de que quiere a sus padres con locura, pide ser interna en el Pensionado de Bellevue. Ellos aceptan. Dina, sensible al extremo, llora sin parar el primer día que sus padres la visitan. Le ofrecen volver a casa y Dina “¡No, ya me acostumbraré!” Sin embargo, derramó lágrimas durante catorce noches… hasta que al fin su voluntad se fortaleció y se consoló. Le resultaba difícil la vida común y estar lejos de sus padres, pero estaba dispuesta a formar su carácter, a olvidarse de sí misma. ¡Vaya esfuerzo!


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