Ya estamos en Nueva York.
El viaje estaba planificado para octubre 1916 y en mayo su madre sufre un
grave accidente. Dina no sólo teme por su madre, sino que ve comprometida su
estancia en Nueva York. Ella nos dice: “En el momento de realizar mis proyectos
serios, importantes, de los cuales quizá dependía mi porvenir, Jesús me pidió
el sacrificio de mis deseos.” Es normal que en algunos momentos sintiera
angustia, y necesitó una gran gracia para renunciar con alegría a sus
esperanzas… Pero, cuando ya había dicho “SI”, las cosas cambian; su madre se
cura totalmente y en verano puede de nuevo empezar a soñar y a preparar el
próximo viaje.
Tres jóvenes canadienses: Dina, Bernadette y Aline, acompañadas por el Sr.
Bélanger, emprenden el viaje a Nueva York. Dina escribe a su madre y le dice
que el paisaje le encanta, que en el viaje juegan a cartas, ríen sin parar y,
según ella, como nunca en diecinueve años… y añade que en realidad ir a Nueva
York da la ilusión de un paseo al paraíso.
En Nueva York sus padres han escogido la residencia “Nuestra Señora de la
Paz” dirigida por las religiosas de Jesús-María. Al llegar, Dina tiene la
decepción de tener que compartir el cuarto con otra. Sólo queda una habitación
individual y su padre les aconseja que la cedan a Aline. A Dina, acostumbrada a
la soledad, le cuesta, pero nadie lo nota. Más tarde existe la posibilidad de
habitación individual pero, tanto Bernadette como ella deciden quedarse juntas.
Las dos han encontrado el tesoro bíblico de la amistad.
Las tres se entienden de maravilla. A las tres les encanta bailar y se
pasan horas haciéndolo. Sus compañeras se dan cuenta de la caridad y el olvido
propio de Dina, que sin dejar de ser muy alegre y amiga de reírse, bromea y,
como es muy aguda, sabe tomar el pelo sin jamás herir. Exteriormente, nada la
distingue de las demás, pero hay algo diferente: en ella hay una mayor reserva,
una gran igualdad de carácter y jamás habla mal de nadie y si alguien lo hace
tiene una habilidad sin igual para desviar la conversación o para poner en
evidencia las cualidades de la persona.
Como artista goza enormemente en los conciertos a los que asiste, y según
sus profesores hace muchos progresos en piano y armonía. Con su empeño en el
estudio, Dina quiere agradar y agradecer a sus padres el gran sacrificio que
han hecho con su partida y, para compensar en algo la ausencia, les escribe
casi diariamente. Sus cartas reflejan a una joven alegre, contenta con todo,
llena de espontaneidad y que no deja
nada de lo que nutre su vida interior, oye misa y comulga cada día y sigue el
plan de oración que desde antes se había trazado.
De su estancia en Nueva York tenemos 278 cartas escritas a sus padres y que
ellos entregaron después de su muerte. La próxima vez, podrás leer algunos párrafos
para que conozcas mejor a Dina.
¡Qué linda esta etapa de la vida de Dina! Me recuerda a muchos jóvenes que pude conocer estando en los colegios JM: amigos, estudio de lo que les gusta, tiempos para rezar y para la misión, desprendimientos y cercanías...
ResponderEliminarLe pido a Dina que interceda por ellos.
Ojala muchos/as puedan vivir una etapa tan feliz como la de Dina.
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