En este Blog queremos compartir contigo la vida de la bienventurada Dina Bélanger RJM. Publicaremos periódicamente breves capítulos que nos ayudarán a conocerla más.
Te invitamos a leerlos y a que dejes tus comentarios.


LA FAMA DE SANTIDAD de Dina Bélanger se ha hecho universal después de su beatificación.

lunes, 12 de diciembre de 2016

TESTIMONIOS: Sus hermanas en religión

Dina dejó todo lo que hubiera podido ser un porvenir lleno de atractivos, una vida familiar entrañable, una carrera musical llena de éxitos, un futuro prometedor, la posibilidad de crear un hogar feliz… y todo para responder con un SI a la llamada de un Dios que está por encima de todo.
Dina dejó una huella en sus hermanas. Vamos a escucharlas. Nos dicen que por sus actitudes, más que por sus palabras, constataron:
Su gran sencillez.
  • Era tan discreta que parecía que su persona no contaba a sus ojos. Su gran humildad dejaba escondidos sus talentos.
  • Exteriormente era como las demás. Nadie imaginaba que era objeto de dones extraordinarios.
  • En los ratos de expansión, si la conversación era demasiado animada, callaba para dejar a las otras la alegría de contar lo que había sucedido.
Su alegría.
  • Las novicias organizaban tardes recreativas, literarias, musicales. Dina tomaba gran parte en la composición y en el juego. Sus sainetes divertían a todo el mundo. Se podría pensar que su timidez le impediría llenar papeles ingeniosos; todo lo contrario, cuando le confiaban alguno, era muy divertida, lo hacía con espontaneidad, tacto y jovialidad.
Su olvido propio.
  • En el noviciado se solían asignar los trabajos a cada una. Cuando no se asignaban, ella escogía siempre el más duro y se ofrecía a remplazar a las que los tenían más pesados. Lo hacía con tanta amabilidad que los ganaba.
  • Siempre quería hacer felices a las demás y había que prestar atención a los menores deseos que se expresaban porque rápidamente los realizaba. Si podía hacer más, no quería hacer menos.
  • Muy afable y  buena, incluso hasta la condescendencia, particularmente con una religiosa que la hacía sufrir.
Su austeridad.

  • A Dina no le gustaban las manzanas. Sus padres que lo ignoraban le traían a menudo esta fruta y su superiora, teniendo en cuenta su estado de salud, quería que las comiera. Dina comió manzanas durante meses hasta que la Maestra de novicias desveló la repugnancia que sentía hacia ellas.
  • Todo el tiempo que estuvo en la enfermería, Dina sufrió pensando que sus hermanas tenían que servirla. Hubiera preferido cambiar los papeles. Siempre estaba admirada y agradecida por la mínima atención, el más pequeño servicio. No era exigente, parecía más bien sorprendida de que hubieran pensado en ella. Soportaba los sufrimientos de la enfermedad sin decir nada, sin que se notaran. Jamás una queja. Lo que más llamaba la atención era su sonrisa en  medio de todas las contradicciones.
Su servicialidad.
  • A veces, los trabajos que le pedían se acumulaban: composiciones, canciones, copias, correspondencia, registros, traducciones…, pero ella nunca se sentía sobrecargada. Dicen que, después de su muerte, sorprendió ver cuánto había trabajado estando enferma.
  • Siempre decía algo bueno de las personas. Daba la impresión de no ver el lado defectuoso o menos bueno de las demás.
  • Mientras pudo dar clases de música lo hizo con todo interés y fue muy apreciada. Era exigente, pero muy amable. Buscaba sólo dar lo mejor de sí misma y el bien de cada una de sus alumnas.

Te diría mucho más, pero creo que ya has podido vislumbrar cómo era Dina. Tu misma puedes sacar la conclusión…

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