Dina dejó todo lo que hubiera podido ser un
porvenir lleno de atractivos, una vida familiar entrañable, una carrera musical
llena de éxitos, un futuro prometedor, la posibilidad de crear un hogar feliz…
y todo para responder con un SI a la llamada de un Dios que está por encima de
todo.
Dina dejó una huella en sus hermanas. Vamos a
escucharlas. Nos dicen que por sus actitudes, más que por sus palabras,
constataron:
- Era tan discreta que parecía que su persona no contaba a sus ojos. Su
gran humildad dejaba escondidos sus talentos.
- Exteriormente era como las demás. Nadie imaginaba que era objeto de
dones extraordinarios.
- En los ratos de expansión, si la conversación era demasiado animada,
callaba para dejar a las otras la alegría de contar lo que había sucedido.
Su
alegría.
- Las novicias organizaban tardes recreativas, literarias, musicales.
Dina tomaba gran parte en la composición y en el juego. Sus sainetes
divertían a todo el mundo. Se podría pensar que su timidez le impediría
llenar papeles ingeniosos; todo lo contrario, cuando le confiaban alguno,
era muy divertida, lo hacía con espontaneidad, tacto y jovialidad.
Su
olvido propio.
- En el noviciado se solían asignar los trabajos a cada una. Cuando no
se asignaban, ella escogía siempre el más duro y se ofrecía a remplazar a
las que los tenían más pesados. Lo hacía con tanta amabilidad que los
ganaba.
- Siempre quería hacer felices a las demás y había que prestar atención
a los menores deseos que se expresaban porque rápidamente los realizaba.
Si podía hacer más, no quería hacer menos.
- Muy afable y buena, incluso
hasta la condescendencia, particularmente con una religiosa que la hacía
sufrir.
Su
austeridad.
- A Dina no le gustaban las manzanas. Sus padres que lo ignoraban le
traían a menudo esta fruta y su superiora, teniendo en cuenta su estado de
salud, quería que las comiera. Dina comió manzanas durante meses hasta que
la Maestra de novicias desveló la repugnancia que sentía hacia ellas.
- Todo el tiempo que estuvo en la enfermería, Dina sufrió pensando que
sus hermanas tenían que servirla. Hubiera preferido cambiar los papeles.
Siempre estaba admirada y agradecida por la mínima atención, el más
pequeño servicio. No era exigente, parecía más bien sorprendida de que
hubieran pensado en ella. Soportaba los sufrimientos de la enfermedad sin
decir nada, sin que se notaran. Jamás una queja. Lo que más llamaba la
atención era su sonrisa en medio de
todas las contradicciones.
Su
servicialidad.
- A veces, los trabajos que le pedían se acumulaban: composiciones,
canciones, copias, correspondencia, registros, traducciones…, pero ella
nunca se sentía sobrecargada. Dicen que, después de su muerte, sorprendió
ver cuánto había trabajado estando enferma.
- Siempre decía algo bueno de las personas. Daba la impresión de no ver
el lado defectuoso o menos bueno de las demás.
- Mientras pudo dar clases de música lo hizo con todo interés y fue muy apreciada. Era exigente, pero muy amable. Buscaba sólo dar lo mejor de sí misma y el bien de cada una de sus alumnas.
Te diría mucho más, pero creo que ya has podido
vislumbrar cómo era Dina. Tu misma puedes sacar la conclusión…
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