Han pasado tres años desde que Dina volvió de Nueva York.
Hemos visto su
vida en la ciudad. Ahora, las vacaciones las pasa en el campo. La naturaleza la
atrae de una manera muy especial. Se conmueve ante un crepúsculo, un claro de
luna, las plantas, las flores, los frutos, los arroyos, los ríos, las mariposas
y los trinos de los pájaros. Como amante de todo lo bello, en la naturaleza ama
el orden, el silencio en el firmamento, en los astros, su belleza, su infinitud.
Es como una amante que se deja arrebatar y todo la dirige hacia Dios ayudándola
a unirse a Él. Sin duda, su interior lleno de música y armonía la hace gozar
intensamente y extasiarse ante las maravillas de la creación. Dina es como un
arpa que vibra con la belleza.
El contemplador es un ser salido de sí mismo, es
exactamente un alma admirada, emocionada y agradecida que tiene la gran
capacidad de asombro. Dina es una persona seducida y arrebatada por Dios; no se
entretiene en sí misma, en el fondo siempre está vuelta hacia Él.
Estamos en el verano de 1920. Dina tiene ahora tiene veintitrés años y en
ella aumenta su deseo de vida religiosa. No siente la llamada a la Congregación
de Nuestra Señora donde se había educado. Le sigue atrayendo la vida
contemplativa, pero duda ante los estudios que ha realizado y se inclina por la
enseñanza. Ante ella se abren tres
prospectiva: las Ursulinas, la Congregación de Jesús-María y la del Sagrado
Corazón… No termina de ver claro. Sigue discerniendo y un día oye claramente la
voz de Jesús que le dice: “Te quiero en Jesús-María”.
“Donde Tú quieras, ya
sabes que no me gusta la enseñanza, pero quiero responder a tu llamada, no me
importa dónde, sólo deseo hacer lo que más te guste.” “ No enseñarás mucho
tiempo le responde el Maestro” No entiende, pero todas las dudas han
desaparecido.
Llega el momento de hablarlo de nuevo con sus padres. Ella escribe: “No dudaba de su consentimiento,
pero sí preveía su dolor… y mi corazón estaba deshecho.” Por fin lo habla y su
aceptación la llena de consuelo. Todo esto no es fácil; si alguien ha pasado
por ese trance conoce lo que supone ver que se rompe algo muy íntimo…. Pero la
fuerza de Dios actúa en estos momentos y Dina la experimenta. Si un día tú
tienes que afrontar una situación parecida, no tengas miedo, Jesús tomará tu
puesto y, sin saberlo, te sentirás muy fuerte.
Durante los últimos meses de su permanencia en casa, sus padres se desviven
para hacerla feliz. Lo habían hecho durante toda su vida, pero ahora se vuelcan
sin intentar en lo más mínimo desviar su vocación. Para darle todas las
alegrías que están a su alcance, le proponen un viaje a las cataratas del
Niágara ofreciéndole toda clase de gustos y diversiones. Fueron días felices en
una naturaleza maravillosa que eleva a Dios.
Llegó el día del adiós. Dina nos dice que la espera fue una agonía. Tenía
que dejar su hogar para siempre. Se alejaba de su casa sin esperanza de volverla
a ver. Ella misma dice que sin una fuerza superior no hubiera dado este paso.
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