No me resigno a no dejarte leer algunos otros párrafos de sus cartas.
Quiero que conozcas bien a Dina.
3 diciembre 1916: “…Hablemos de mis vacaciones. Dentro de tres semanas a
esta hora yo estaré probablemente con vosotros… Llegaremos a Montreal el
domingo por la mañana, vigilia de Navidad, iremos a Misa y saldremos hacia
Quebec para llegar a Misa de media noche… Si queréis algo para regalos,
etc. Pedídmelo pronto para comprarlo.
Aquí os aseguro que hay variedad; dadme ideas… Si son cosas que no puedo pasar
por la aduana, os lo diré… En el piano hago estupendos progresos. Adquiero una
fuerza extraordinaria. ¿Sabéis lo que me pasó ayer? Practicando la Rapsodia de
Auvergne, he roto un martillo, el soporte de madera de uno de los martillos que
golpean las cuerdas…“
12 febrero 1917: “…Tengo muy buena
salud y como por tres ¿Os sonreís poniéndolo en duda?... Por la mañana, menos
los viernes, me como un bistec y cuatro
tostadas; ¡sí, sí, cuatro “toasts”! Cada una de ellas de unas tres pulgadas cuadradas…El
miedo de la guerra no me ha quitado el apetito… Buenos días, mis queridos papás.
Lleno la carta de besos. Mirad bien el sobre, que no se escape ninguno.”
22 mayo 1917: “… El sábado pasado, a las tres de la tarde, me examiné de
piano… No estaba nada nerviosa, ni me falló la memoria. Toque veinte
variaciones: once páginas. Primero, los profesores Mr. Damrosch y Mr. Newstead iban siguiendo en
mi cuaderno, después se me acercaron lo más posible para observar los movimientos
de mis manos, dedos, brazos, etc… Luego
Mr. Damrosch me paró y me dio unos golpecitos en la espalda. “¡Tiene
usted mucho talento! Ha progresado mucho desde que la oí por primera vez, ya
veo que trabaja mucho. Estoy muy contento de usted”. Enseguida me tomó la mano
y le dijo a Mr. Newstead: “Tiene la mano muy larga y estrecha; con una mano así
podría tener más fuerza y extenderla todavía más” Y añadió: “No la ha comprado
en la feria, ha tenido que aceptarla como era”. Yo me reí… Ayer tuve clase de
piano con Mr. Newstead… Empezó a hablar del año próximo, yo le interrumpí: “Si
es que vuelvo…”. “ No me diga eso”… Si todo lo que dicen es para animarme, se
logró el intento; ya comprendéis que esto me alienta a trabajar. Estoy muy
bien…”
25 octubre 1917: “Esta tarde fui al Conservatorio. En armonía me han puesto una “A” que es la mejor nota. El piano va de bien en mejor. ¿os habéis fijado en la luna? Esta noche le he hecho un encargo; miradla bien, os dará muchos recuerdos de mi parte. ¿Soñasteis cosas bonitas anoche? Hoy ha hecho sol. Voy al mes del rosario. Buenas tardes, queridos papás. Un fuerte abrazo.”
Bueno, te transcribiría mucho más,
pero no quiero alargarme. Seguro que ya te has dado cuenta de cómo es Dina. Ahora
vamos a seguirla cuando regrese definitivamente a Quebec.
Sus padres, al terminar sus estudios le regalan un piano. En Nueva York, va
con su padre para elegirlo. Cuando se decide la compra, resulta que lo han
vendido, pero acaban de llegar tres muy buenos
y Dina elige uno de color oscuro que le encanta. Está contentísima; ya
sueña con tocarlo en su casa, gozar arrancándole sus notas y sobre todo alegrar
así a sus padres.
¡Con que expresividad y con cuántos detalles cuenta a sus padres lo que está viviendo! Es muy cariñosa con ellos. Imagino lo que disfrutarían leyendo las cartas de su hija.
ResponderEliminarTodo esto nos muestra su rica personalidad
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ResponderEliminarAnonimo. Me encanta ver a Dina tan pendiente de dar gusto a sus padres, escribiendoles todo lo que vive en Nueva York.
ResponderEliminarEs maravilloso ver a Dina tan amable con sus padres y sus compañeras y que progresa mucho en la mùsica. Monique Cliche, RJM.
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