Aunque sabemos que Dina tiene ahora un nombre nuevo, nosotros la seguiremos
llamando Dina, porque nos resulta más familiar.
Empieza el noviciado y su leitmotiv es no negar nada a Jesús. Tiene ganas
de entregarse del todo a Él. En su
corazón quema el fuego del “magis” ignaciano y
quiere siempre dar más y más a Jesús siendo en todo fiel a la gracia. Resume
sus deseos diciendo: Jesús, quiero ser
santa y con tu gracia lo seré. Querer ser santa es tener muy claro en la vida
el primado de Dios y trabajar para su mayor gloria.

Por el bautismo todos, también tú y yo, estamos llamados a ser santos y,
ser santos no es otra cosa que desarrollar al máximo la gracia recibida aquel
día. Por nuestra negligencia, las cuerdas del amor, a veces, se desafinan, y es
necesario afinarlas constantemente; a menudo no somos capaces pero Dios, si le
dejamos, se encarga de hacerlo. Dina, con su temperamento artístico, siempre
sensible e incondicionalmente fiel a la gracia, quiere mantener el arpa de su
vida muy afinada, para que Jesús pueda tocarla siempre. La divisa que se trazó
al salir del Pensionado: “Antes la muerte que el pecado”, ya no le basta;
quiere impregnarlo todo de amor y que aparezcan en su divisa los nombres más
queridos. Encuentra lo que desea: “Jesús y María la ley de mi amor y mi amor la
ley de mi vida”.
Dina se dedica a distintos trabajos propios del noviciado: limpieza,
costura, lavadero, estudio… todo lo que la va preparando para la vida religiosa
de enseñanza. Toma parte en los recreos y diversiones. Como es muy aguda,
escribe sainetes en los que ella misma representa papeles divertidos.

Sigue
dando clases de piano; quiere mucho a todas sus alumnas pero, siguiendo las
preferencias de Claudina, Fundadora de su Congregación, sus preferidas son las
menos dotadas.
Personalmente, continua el estudio de la música y se inicia también
en el trabajo literario. Repasa las reglas de la versificación y comienza a
componer poesías. Al principio no encuentra facilidad y, según ella, tiene más
tiempo el diccionario en su mano buscando palabras, que dejándole reposar sobre
la mesa. No se desanima y con la ayuda del Señor, las rimas fluyen más fácilmente.
¿Será que se empieza a cumplir lo que Jesús le había dicho: “harás bien por tus
escritos”? Nunca llegó a entender del todo el sentido de estas palabras. Poco
se imaginaba que sería a través de su Autobiografía.

Los días pasan. A Dina no le acompaña siempre el fervor sensible; hay
largos momentos en que Jesús calla, pero su voluntad es fuerte para seguir con
el deseo de no negarle nada. Cuando la oscuridad es más grande, se pone en
manos de María para no rebajar nada al “más” que ha prometido a Jesús. El
sufrimiento está presente en medio de grandes consuelos. No quiere dejarse llevar de la ilusión,
necesita discernir y aunque, por ser muy
reservada y tímida, le cuesta mucho comunicar
lo que vive en su interior, lo comparte sencillamente con la religiosa
responsable del noviciado. La obediencia “ante todo” es una característica que
Claudina quiso imprimir en su Congregación, Dina la hace totalmente suya y nos dice que la
obediencia fue siempre su refugio.
Muchas gracias por estos textos sobre la beata Dina. A través de cortos relatos nos ayudan a conocerla y nos estimulan para nuestra vida.
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