
La fama de santidad de Dina se extendió muy pronto. Casi inmediatamente
después de su muerte se divulgaron
muchos escritos narrando su vida. Muchas personas los han leído, sobre todo su
Autobiografía, traducida a varias lenguas y que en francés ha alcanzado ya la
quinta edición. Los que la leen se quedan asombrados de la obra de Dios en una
simple criatura. Sus restos están en la capilla de nuestra casa de Sillery en Quebec y se multiplican las visitas a su tumba, para
rezarle y pedirle innumerables favores.

En su vida, encarnó a la perfección el carisma de su Fundadora: revelar la
bondad operante de Cristo. Su corazón apostólico se consumió ardiendo para
hacer conocer y amar a Jesús y a María hasta los confines del mundo. No le bastó esto, ella quiere continuar su
misión en la eternidad mendigando el amor en provecho de todas las almas, para
la mayor gloria de Dios.
Por su testimonio profético, escrito a petición de sus superioras, Dina
alcanza a los jóvenes, los adultos, los sacerdotes, las personas consagradas,
los artistas, los enfermos, en una palabra todos aquellos que mirándola se
abren al Amor de Dios, el único capaz de transformar una vida y de dar la
verdadera alegría.

Una vida de entrega total a Dios.
ResponderEliminarAyuda mucho el leer su vida y haberlo podido hacer a través de estos capítulos en los que se narra de manera sencilla.
Que bonito. Muchas gracias.